El camino de entrenamiento rara vez está pavimentado con césped perfecto. La realidad es que el sueño de un campo nivelado o de un estadio moderno a menudo queda en el horizonte, mientras que el trabajo real tiene lugar en condiciones completamente diferentes, a veces inesperadas. Y no importa en absoluto si juegas con un equipo de una ciudad de provincia, con un equipo escolar o incluso con aficionados: casi todo el mundo se encuentra con situaciones en las que el campo se convierte en un remolino de charcos, baches, polvo o hielo.
Pero son estas condiciones las que se convierten en la verdadera prueba de las habilidades del entrenador y del carácter de los jugadores. Aquí es donde comienza la verdadera creatividad. Miras la cobertura y te das cuenta: el escenario estándar no funciona, necesitas improvisar, adaptar los ejercicios o incluso cambiar el concepto de la clase en sí. Personalmente he vivido momentos en los que, en lugar de jugar dos contra dos sobre el césped, me movía con los chicos bajo el dosel del viejo estadio, dividía al equipo y trabajaba en pequeños cuadrados. O bien buscó algunas barreras extrañas para el entrenamiento de salto, utilizando lo que tuviera a mano.
De hecho, estas condiciones desarrollan la imaginación y el carácter: existe la oportunidad de enfatizar la táctica, la interacción y la técnica, en lugar de lo que dicta una lección clásica en un campo ideal. Enseñas a los jugadores a controlar el balón no con comodidad, sino bajo estrés, entrenas el equilibrio, la atención, la adaptación… todo esto, de hecho, fortalece increíblemente al equipo. Un mal campo templa, enseña el espíritu de equipo y fortalece el sentido de trabajo en equipo y de responsabilidad hacia los demás. Es como un nivel extra de dificultad, que luego da una gran ventaja en el juego real.
Lo principal es no rendirse y no malgastar energía en quejarse. En circunstancias inesperadas, el fútbol se abre desde una perspectiva diferente: te conviertes en más que un entrenador táctico: te conviertes en un organizador, un psicólogo, un líder creativo. Y créanme, los equipos que pasan por tales desafíos se vuelven especiales, porque están unidos no sólo por el entrenamiento, sino también por la experiencia compartida de superar las dificultades. Esto es lo que hace que el fútbol real esté vivo, sea real y sea memorable para toda la vida.