La motivación en el fútbol es el motor sin el cual es imposible llegar a los últimos metros en el campo o encontrar la fuerza para levantarse después de duras derrotas. Para mí, encontrar mis propias fuentes de inspiración se ha convertido en una auténtica filosofía, sin la cual sería difícil atravesar todos los altibajos de mi recorrido deportivo. Desde muy joven entendí: lo principal es poder encenderse no solo antes del partido, sino también en la vida cotidiana, cuando las gradas están en silencio y la lucha permanece solo en tu cabeza.
Antes de los partidos siempre me sintonizo al máximo a través de rituales sencillos pero personales. Mis favoritos son una breve conversación conmigo mismo frente al espejo, donde expreso mi objetivo y me recuerdo por qué salgo al campo. Me gusta dar un paseo por el estadio una hora antes de que empiece el partido: es una oportunidad de sentir la atmósfera, calmar los nervios y, al mismo tiempo, sintonizar con la onda adecuada. Siempre escucho mi selección de pistas que pueden darme la energía que necesito. Es algo pequeño, pero te ayuda a eliminar pensamientos innecesarios y concentrarte solo en el juego.
Pero la verdadera motivación comienza cuando las cosas se ponen realmente difíciles. Cuando mis fuerzas se acaban recuerdo para quién y por qué comencé este viaje. El apoyo del equipo, las sonrisas de los aficionados, incluso los recuerdos de mis primeros partidos en el campo, todo eso me levanta, me hace correr aún más rápido, luchar hasta el final. Fuera del campo, me impulsa la sed de progreso: analizar los partidos, trabajar los errores, aprender cosas nuevas. A veces, lo único que hace falta es leer la biografía de un jugador inspirador o ver uno de los mejores documentales de fútbol para querer trabajar más duro de nuevo.