El verdadero apoyo en el fútbol no consiste únicamente en cánticos fuertes desde las gradas o en desplegar banderas antes del pitido inicial. Es una energía especial que convierte un partido cualquiera en una auténtica fiesta del fútbol. En cada ciudad se manifiesta a su manera, pero siempre tiene una cosa en común: la devoción incondicional del corazón. Conocí a fans en ciudades grandes y pequeñas, y cada conversación dejó una marca profunda. Por ejemplo, en algún lugar del oeste del país, un pequeño grupo de amigos ha estado apoyando a un club local durante más de diez años. Pintan sus propias pancartas, preparan tambores, aprenden nuevos cánticos y ninguna inclemencia del tiempo ni ninguna derrota les impedirá acudir al estadio o reunirse en un pub cerca del proyector. Es en el silencio compartido, alegre y a veces doloroso, después de un gol fallado, que se siente ese apoyo sincero: no inclinan la cabeza, sino que se abrazan más fuerte los hombros y gritan aún más fuerte: «¡Estamos con vosotros!».
En una gran ciudad regional, un chico llamado Serhiy me dijo: «Después de una dura semana de trabajo, a veces ni siquiera tienes energía para ver tu serie de televisión favorita, pero siempre vas al partido de tu equipo». Porque cuando alzas tu bufanda y cantas desde el podio, te conviertes en parte de algo más grande que tú mismo. Este sentido de pertenencia es algo que no se puede fingir ni comprar con dinero. El verdadero apoyo no termina con el pitido final. Está en las conversaciones en el autobús sobre el último partido, en los desayunos antes del partido de visitante, en las cartas a los jugadores después de las lesiones.
Me parece que es gracias a esta gente que el fútbol tiene sentido. En cada ciudad hay quienes están dispuestos a creer en su equipo a pesar de todo, en los momentos más oscuros, e incluso cuando solo hay silencio alrededor. Éste es un apoyo real: invisible, formidable en su unidad, simple como la respiración, pero inquebrantable como un auténtico sueño futbolístico. Y son historias como estas las que hacen que nuestra vida futbolística sea especial.