El fútbol no se trata sólo de pases y goles, se trata de la química real entre el entrenador y el equipo. Teniendo experiencia trabajando con jóvenes y amateurs, puedo decir con seguridad: los primeros pasos de los entrenadores jóvenes casi siempre van acompañados de errores típicos, que luego recuerdas con una sonrisa, pero que luego parecen un verdadero desastre. El más común de ellos es el deseo de implementar de forma inmediata esquemas complejos o modelos de fútbol que has leído en libros o visto en YouTube. Realmente quieres demostrar que «no eres peor», pero en realidad el equipo aún no está preparado para nuevos mecanismos y al final ves las miradas confusas de los jugadores en lugar de un juego bien coordinado. Vale la pena ser paciente y comenzar con lo básico, porque incluso el plan de juego más simple da más confianza al equipo que diez tácticas sofisticadas.
La segunda trampa es el intento de controlar todo y a todos o un autoritarismo exagerado. Un entrenador joven a veces olvida que la confianza y la apertura construyen un equipo mejor que los gritos y los castigos. El fútbol es un juego vivo, e incluso la más pequeña iniciativa de un jugador puede convertirse en un activo para el equipo. Aquí es donde las reuniones abiertas, las conversaciones honestas y la capacidad de admitir nuestros errores resultan útiles.
Otro error común que he notado en mí y en mis colegas es la búsqueda de resultados “aquí y ahora”. Tengo muchas ganas de ganar este torneo, este partido, marcando a cualquier precio. Pero la clave del verdadero éxito como entrenador es la capacidad de construir un equipo gradualmente, de infundir confianza en los jugadores, no el miedo a cometer errores. Mi truco de vida es darles a los jugadores el derecho a cometer errores, dejarlos jugar de manera imperfecta, pero con el máximo esfuerzo, y no quitarles el deseo de volver a entrenar.
Recuerde, un coach no es sólo un estratega, sino también un motivador, un maestro, un amigo y, a veces, incluso un psicólogo. Sólo llenando sus propios vacíos y no perdiendo su sed de desarrollo personal, un joven entrenador se convierte en un verdadero mentor. Y si los errores no se pueden evitar, entonces convertirlos en experiencia es acrobacia.