La psicología del triunfo en el fútbol es esa energía invisible que decide incluso aquellos partidos en los que las fuerzas en el campo parecían iguales. En momentos cruciales, cuando tanto depende de un resultado, cada entrenador se enfrenta a un desafío: cómo lograr que el equipo crea realmente en sí mismo y entre al campo con un ganador en mente. Aquí empieza el verdadero trabajo de un entrenador, porque si bien la forma física y la táctica son de gran importancia, en los momentos decisivos trabaja ante todo la cabeza.
A lo largo de los años que pasé como entrenador, me convencí de que el efecto más fuerte proviene de una conversación personal, cuando encuentras las palabras adecuadas para tu equipo. No siempre tiene que ser un discurso motivador en voz alta: a veces es suficiente una breve conversación individual con aquellos que están más nerviosos. Porque algunas personas necesitan confianza, mientras que otras solo necesitan sentir el apoyo de un entrenador. Es importante recordar por qué y para quién está cada uno aquí hoy: no por las críticas de la prensa o las expectativas de los demás, sino por ellos mismos, por sus socios y por todos los que han dejado su corazón en este equipo.
Muchos subestiman el poder de los rituales simples: salidas colectivas al campo, un firme apretón de manos o un mantra común que se convierte en una especie de talismán. Todo esto ayuda a combinar energía, liberar el exceso de presión y convertir la ansiedad en un estado de ánimo previo al partido. Y también para mostrar a los niños o niñas que se cometen errores, y eso está bien, porque la victoria no viene de la ausencia de miedo, sino de la capacidad de actuar a pesar de él. Por eso, es importante que después del calentamiento alguien te recuerde en voz alta el gol, para que haya una sensación de apoyo y confianza en el vestuario de que no estás solo. Esta es una carga que se mantiene durante todo el juego.
Una victoria futbolística a menudo no comienza cuando se marca el primer gol, sino cuando el equipo cree en sí mismo antes de que suene el silbato. La tarea del entrenador es crear esta atmósfera de confianza, dinamizar a todos con una idea común y no dejar que ninguna duda brote en el corazón del equipo. Entonces, incluso el partido más difícil puede comenzar con una ventaja interna, y esto a menudo resulta decisivo.